Cada vez que intercambian miradas en el trabajo, esta pelirroja tetona y su jefe pueden notar la tensión sexual que hay entre ellos. Una tarde el hombre le mandó un mensaje para ir a su casa y una vez a solas, la chica quiso ser su sumisa. No lo hizo por el dinero, sino por el morbo y la fantasía, arrastrándose por el suelo como si fuese su perrita. Acabó chupando su polla y abriéndose de piernas para él, en un polvazo muy intenso que terminó de rodillas saboreando su corrida.